lunes, 23 de julio de 2018

ANÉCDOTA DE PUIG ADAM

Un día se retrasó algo en la entrada a clase, con lo que los chicos de 15-16 años estaban campando a sus anchas sin profesor (hoy, a veces, campan a sus anchas con profesor) con la mala suerte, o buena, como veremos luego, que coincidió la entrada de Don Pedro con alguna palabrota, ya claramente fuera de tono, que habría pronunciado alguno.
Apareció Don Pedro y la clase quedó, como era de esperar, en el más absoluto de los silencios. Don Pedro no hizo ninguna alusión a lo que acababa de oír y, unos minutos antes de acabar la clase, les dice: "Esperad un momento que vuelvo enseguida”. Sale del aula, hace una rápida gestión por teléfono, vuelve al instante y les dice: ”Mañana, a la hora de clase, en lugar de esperarme aquí, nos vemos en la boca de Metro de Alonso Martínez”.
Los chicos quedan perplejos, llegó el día siguiente, fueron a la boca de Metro y Don Pedro, sin decirles adonde les llevaba, se dirigió con ellos al Colegio de Sordomudos, calle San Mateo.
Una vez en el Colegio les lleva por las diversas dependencias, reinando en todas ellas el más escalofriante de los silencios.
Al final, en el hall, les comenta: ”Espero que hayáis entendido el verdadero valor del lenguaje y, de aquí en adelante, sepáis utilizarlo cuando sea conveniente”.

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