martes, 27 de diciembre de 2016

BORGES Y LOS CANÍBALES

En una entrevista, en Roma, un periodista trataba de poner en aprietos a Jorge Luis Borges.
Como no lo lograba, finalmente probó con algo que le pareció más provocativo: ¿En su país todavía hay caníbales?
Ya no, nos los comimos a todos.

martes, 20 de diciembre de 2016

ARROZ Y FLORES

Un hombre ponía flores en la tumba de un pariente, cuando observa a un japones poniendo un plato de arroz en la tumba vecina.
El hombre se dirige al japonés: Disculpe señor, pero ¿cree usted que el difunto se comerá el arroz?
Sí, cuando el suyo venga a oler sus flores.
Respetar las opciones del otro, es una de las mayores virtudes que un ser humano puede tener. Las personas son diferentes, actúan diferente y piensan diferente. no juzgues, solamente comprende.

martes, 13 de diciembre de 2016

VIVIR COMO LAS FLORES

Maestro, ¿qué debo hacer para no quedarme molesto? Algunas personas hablan demasiado, otras son ignorantes. Algunas son indiferentes. Siento odio por aquellas que son mentirosas y sufro.
Pues, vive como las flores.
¿Y cómo es vivir como las flores?
Pon atención en esos lirios que ves ahí. Nacen en el estiércol, sin embargo son puros y per­fumados. Extraen del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos.
Es justo angustiarse con las propias culpas, pero no es sabio permitir que los vicios de los demás te incomoden. Los defectos de ellos son de ellos y no tuyos. Y si no son tuyos, no hay motivo para molestarse.
Ejercita entonces, la virtud de rechazar todo el mal que viene desde afuera y perfuma la vida de los demás haciendo el bien.
Esto, es vivir como las flores.

martes, 6 de diciembre de 2016

EL ÁRBOL DE LOS PROBLEMAS

El carpintero que había contratado para que me ayudara a reparar una vieja granja acababa de finalizar su primer día de trabajo.
Su cortadora eléctrica se había dañado, haciéndole perder una hora de trabajo, y su viejo camión se negaba a arrancar.
Mientras lo llevaba a su casa, permaneció en silencio. Cuando llegamos, me invitó a conocer a su familia. Mientras nos dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol y tocó las puntas de las ramas con ambas manos. Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación, su bronceada cara estaba llena de sonrisas. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso entusiasta a su esposa.
De regreso me acompañó hasta el carro. Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo que lo había visto hacer un rato antes.
Este es mi árbol de problemas. Sé que no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos. Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa, y en la mañana los recojo otra vez. Lo divertido, dijo sonriendo, es que cuando salgo a recogerlos, no hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior.