lunes, 29 de junio de 2015

COSAS DE LA OFICINA

El gerente está con unas hojas frente a la trituradora de papeles. Desconcertado, mira para un lado, mira para el otro…
Pasa un empleado y muy amablemente le pregunta: ¿Le ayudo jefe?
Muy amable, parece que me quedó grande la tecnología.
El empleado muy diligente toma las hojas, las coloca en una ranura y se oye el sonido de los papeles cuando se hacen trizas. El empleado le dice al Gerente: ¿Ve que fácil?
El Gerente pregunta: ¿Y ahora, por dónde salen las copias?
Moraleja: No haga Vd. tonterías si no le piden que las haga. Atte. Un desempleado.

lunes, 22 de junio de 2015

NUEVA POLÍTICA DE EMPLEO

Una empresa entendió que había llegado el momento de cambiar el estilo de gestión y contrató un nuevo gerente.
El nuevo gerente vino con la determinación de hacer cambios y volver a la empresa más productiva.
El primer día, acompañado por sus principales colaboradores, hizo una inspección en la empresa. En la planta todos estaban trabajando, pero un muchacho estaba recostado contra la pared con las manos en los bolsillos. Viendo una buena oportunidad para dejar bien clara su filosofía de trabajo, el nuevo gerente le preguntó al joven: ¿Cuánto dinero gana usted al mes?
Trescientos euros, señor.
El gerente sacó 300€ de su bolsillo y se los entregó al joven diciendo: Aquí tiene el sueldo de este mes. Ahora desaparezca y no vuelva por aquí nunca más.
El joven guardó el dinero y se fue.
El gerente, orgulloso, pregunta a un grupo de operarios: ¿Alguno de ustedes puede decirme qué hacía ese joven ahí?
Sí, señor, respondieron atónitos los operarios, vino a entregar una pizza.
Moraleja: Hay personas que tienen tantas ganas de mandar, que se olvidan de pensar.

lunes, 15 de junio de 2015

PRODUCTIVIDAD CELESTIAL

En un pueblo vivían dos hombres que se llamaban Joaquín González; uno era sacerdote y el otro taxista.
El destino quiere que mueran el mismo día; llegan al cielo, donde les espera Dios.
¿Tu nombre?
Joaquín González, el taxista.
Bueno, te has ganado el Paraíso, toma esta túnica de oro y esta vara de platino con incrustaciones de rubíes, puedes pasar.
Pasan dos o tres personas más, hasta que le toca el turno al otro Joaquín González.
¿Tu nombre?
Joaquín González, el sacerdote.
Muy bien, te has ganado el Paraíso, toma esta bata de lino y esta vara de roble con incrustaciones de granito.
Perdón, pero debe haber un error, yo soy Joaquín González, el sacerdote.
Ya lo sé, te has ganado el Paraíso, te corresponde la bata de lino...
No puede ser, conozco a Joaquín González el taxista, vivía en mi pueblo, era un desastre como taxista, se subía a las aceras, chocaba todos los días, conducía muy mal, tiraba las farolas, se llevaba todo por delante y yo me pasé setenta y cinco años de mi vida predicando todos los domingos en la parroquia. ¿Cómo puede ser que a él le den la túnica de oro y la vara de platino y a mí esto? Debe haber un error.
No hay ningún error, lo que ocurre es que aquí, en el cielo, nos hemos acostumbrado a hacer evaluaciones como las que hacéis vosotros en la vida terrenal.
¿Cómo? No entiendo.
Sí, ahora trabajamos por objetivos y resultados. Mira, durante los últimos 25 años, cada vez que tú predicabas, la gente se dormía; pero cada vez que él conducía, la gente rezaba. Y, los objetivos son los objetivos.

lunes, 8 de junio de 2015

CONTROL DE ALCOHOLEMIA

Un hombre, cuyas iniciales eran A.J.M., conducía bajo los efectos del alcohol, cuando fue obligado a detenerse por una patrulla de la Guardia Civil que estaba llevando a cabo un control rutinario de alcoholemia.
Mientras la pareja de guardias civiles examinaban su documentación, tuvo lugar muy cerca de allí, a unos escasos 300 metros, una colisión entre dos vehículos.
Dicho acontecimiento obligó a los agentes a alejarse durante unos minutos de allí para socorrer a los accidentados.
Aprovechando la circunstancia, el conductor, que presuntamente estaba bebido, se dio a la fuga.
Cuando A.J.M. llegó a su domicilio, tras meter el coche en el garaje, le dijo a su mujer que, si alguien preguntaba, dijera que él había pasado toda la noche en casa y así salvarse de la pérdida de seis puntos.
No obstante, tres horas después aparecieron los dos agentes a su puerta.
Tanto el conductor como su cónyuge juraron y perjuraron que habían estado juntos toda la noche en casa, hasta que los agentes pidieron que les mostrasen su garaje.
Allí, aún con las luces superiores encendidas, estaba el coche patrulla de la Guardia Civil.