lunes, 26 de mayo de 2014

CAZADOR CAZADO

Un señor de 80 años llega al médico para un chequeo rutinario y el doctor le pregunta cómo se siente.
Nunca estuve mejor. Tengo una novia de 18 años embarazada que tendrá un hijo mío.
El doctor piensa por un momento y dice: Permítame contarle una historia. Yo conocí a un hombre que era un ávido cazador, nunca se perdió una temporada de caza, pero un día salió rápido y se confundió, tomando su paraguas en vez de su rifle, así que él estaba en el bosque y apareció un gran oso frente a el. El levantó su paraguas, le apunto al oso y disparó. ¿Y a qué no sabe que paso? El oso cayó muerto frente a él.
Es imposible, exclamó el señor, algún otro hombre debe haberlo hecho.
A este punto quería llegar, dijo el doctor.

lunes, 19 de mayo de 2014

LA CAMISA DEL ABUELO

Un joven va a visitar a sus abuelos. Al llegar observa que su abuelo está sentado en la piedra del porche, sólo con la camisa puesta, sin nada de la cintura para abajo.
El joven sorprendido exclama: ¡Abuelo! ¿Qué estás haciendo, santo cielo? Tu aparato está afuera, expuesto a la intemperie, y todo el mundo te lo ve.
El viejo se queda mirando con la vista perdida sin contestar.
Entonces el joven irritado le pregunta por segunda vez.
Al fin, lentamente, el viejo le dirige la mirada y dice: Bien, la semana pasada me senté aquí afuera, sin camisa, y terminé con el cuello duro, esto de hoy, es ocurrencia de tu abuela.

lunes, 12 de mayo de 2014

CHARLAS DE PELUQUERÍA

Un tipo estaba cortándose el pelo en una peluquería, días antes de hacer un viaje a Roma.
Le habló del viaje al peluquero, el cual le dijo: ¿A Roma? ¿Por qué alguien querría ir a Roma? Siempre está lleno de italianos que apestan. Estás loco si vas Roma. ¿Y en qué te vas a ir?
Voy por Alitalia, Aprovechamos una gran oferta.
¿Por Alitalia? Esa mierda de aerolínea. Sus aviones son viejos, sus azafatas feas y siempre llegan tarde. ¿Y dónde te vas a quedar en Roma?.
Vamos a estar en el Hotel Internacional Marriot.
¿Esa mierda de hotel? Todo el mundo sabe que es el peor hotel de la ciudad. Las habitaciones son pequeñas, el servicio es malo y encima son careros.
¿Y qué vas a hacer cuando estés por allí?
Voy a ir al Vaticano y espero ver al Papa.
Eso sí que está bien. Tú y un millón de personas más tratando de verlo. Lo vas va a ver del tamaño de una hormiga. Pero, de todas maneras te deseo suerte en tu viaje. La vas a necesitar.
Pasó un mes y el tipo volvió por su corte de pelo regular. El peluquero le preguntó acerca de su viaje a Roma.
Fue maravilloso. No solamente llegué a tiempo en uno de los aviones nuevos de Alitalia, sino que como estaba sobrevendido me pasaron a primera clase. La comida y el vino fueron deliciosos y una azafata preciosa me atendió como a un rey. El hotel, fue fantástico, recién terminada una remodelación de 25 millones de euros y ahora es el mejor hotel de Europa. Como también estaba sobrevendido, se disculparon hospedándome en la suite presidencial, sin cargos extra.
Bueno, pero supongo que no pudiste ver al Papa.
La verdad es que tuve suerte, porque mientras paseaba en el Vaticano un guardia me dio unos golpecitos en el hombro y me explicó que al Papa le gusta conocer personalmente a algunos visitantes. Me invitó cordialmente a seguirlo para llevarme a las habitaciones privadas del Santo Padre, donde en persona nos recibiría. Cinco minutos más tarde, el Papa entró por la puerta y estrechó mi mano. Incluso me dirigió algunas palabras.
¿De veras? ¿Y qué te dijo?
Me dijo, hijo mío, ¿dónde mierda te cortas el pelo?

lunes, 5 de mayo de 2014

APRENDA A LLAMAR A LA POLICÍA

Tengo un sueño muy liviano, y en una de esas noches noté que había alguien andando sigilosamente por el jardín de mi casa.
Me levanté silenciosamente y me quedé siguiendo los leves ruidos que venían de afuera, hasta ver una silueta pasando por la ventana del baño.
Como mi casa es muy segura, con rejas en las ventanas y trancas internas en las puertas, no me preocupé demasiado, pero está claro que no iba a dejar al ladrón ahí, contemplándolo tranquilamente.
Llamé bajito a la policía e informé de la situación y di mi dirección. Me preguntaron si el ladrón estaba armado o si ya estaba dentro de la casa.
Aclaré que no y me dijeron que no había ningún móvil cerca para ayudar, pero que iban a mandar a alguien en cuanto fuera posible.
Un minuto después llamé nuevamente y dije con voz calmada: “Hola, hace un rato llamé porque había alguien en mi jardín. No hay necesidad de que se apuren. He matado al ladrón con un disparo de escopeta calibre 12, que tengo guardada para estas situaciones. El disparo ha dejado irreconocible al tipo”. 
Pasados menos de tres minutos, había en mi calle cinco coches de policía, un helicóptero, una unidad de rescate, un equipo de TV, una hinchada de los de los derechos humanos, que no se perderían esto por nada del mundo.
Ellos agarraron al ladrón in fraganti, que estaba mirando todo con cara de asombrado. Tal vez él estuviese pensando que era la casa del Jefe de Policía.
En medio del tumulto, un comisario se aproximó y me dijo: “Creí que había dicho que había matado al ladrón”. 
Yo contesté: “Creí que me habían dicho que no había nadie disponible”.