
El
joven sorprendido exclama: ¡Abuelo! ¿Qué estás haciendo, santo cielo? Tu
aparato está afuera, expuesto a la intemperie, y todo el mundo te lo ve.
El
viejo se queda mirando con la vista perdida sin contestar.
Entonces
el joven irritado le pregunta por segunda vez.
Al
fin, lentamente, el viejo le dirige la mirada y dice: Bien, la semana pasada me
senté aquí afuera, sin camisa, y terminé con el cuello duro, esto de hoy, es
ocurrencia de tu abuela.
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