
Le
habló del viaje al peluquero, el cual le dijo: ¿A Roma? ¿Por qué alguien
querría ir a Roma? Siempre está lleno de italianos que apestan. Estás loco si vas
Roma. ¿Y en qué te vas a ir?
Voy
por Alitalia, Aprovechamos una gran oferta.
¿Por
Alitalia? Esa mierda de aerolínea. Sus aviones son viejos, sus azafatas feas y
siempre llegan tarde. ¿Y dónde te vas a quedar en Roma?.
Vamos
a estar en el Hotel Internacional Marriot.
¿Esa
mierda de hotel? Todo el mundo sabe que es el peor hotel de la ciudad. Las habitaciones
son pequeñas, el servicio es malo y encima son careros.
¿Y
qué vas a hacer cuando estés por allí?
Voy
a ir al Vaticano y espero ver al Papa.
Eso
sí que está bien. Tú y un millón de personas más tratando de verlo. Lo vas va a
ver del tamaño de una hormiga. Pero, de todas maneras te deseo suerte en tu viaje.
La vas a necesitar.
Pasó
un mes y el tipo volvió por su corte de pelo regular. El peluquero le preguntó
acerca de su viaje a Roma.
Fue
maravilloso. No solamente llegué a tiempo en uno de los aviones nuevos de Alitalia,
sino que como estaba sobrevendido me pasaron a primera clase. La comida y el
vino fueron deliciosos y una azafata preciosa me atendió como a un rey. El hotel,
fue fantástico, recién terminada una remodelación de 25 millones de euros y
ahora es el mejor hotel de Europa. Como también estaba sobrevendido, se disculparon
hospedándome en la suite presidencial, sin cargos extra.
Bueno,
pero supongo que no pudiste ver al Papa.
La
verdad es que tuve suerte, porque mientras paseaba en el Vaticano un guardia me
dio unos golpecitos en el hombro y me explicó que al Papa le gusta conocer
personalmente a algunos visitantes. Me invitó cordialmente a seguirlo para
llevarme a las habitaciones privadas del Santo Padre, donde en persona nos
recibiría. Cinco minutos más tarde, el Papa entró por la puerta y estrechó mi
mano. Incluso me dirigió algunas palabras.
¿De
veras? ¿Y qué te dijo?
Me
dijo, hijo mío, ¿dónde mierda te cortas el pelo?
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