lunes, 13 de enero de 2014

PADRE DE ALQUILER

Esta historia con equívoco circula por Internet desde hace muchos años.

Un señor y su esposa llevaban ya bastantes años de casados y no habían logrado tener familia. Suspiraban los dos por un hijo.
A muchos doctores consultaron y recurrieron a todos los tratamientos, pero sin obtener resultado alguno.
Por fin, un médico encuentra la causa del problema: el marido era estéril.
El marido: ¿Qué debemos hacer, doctor?
El médico: Algunas parejas recurren a la inseminación artificial, pero este es un procedimiento costoso y que suele fallar mucho; otras parejas utilizan algo mucho más sencillo y natural: buscan un padre sustituto.
La señora: ¿Qué es un padre sustituto?
El médico: Es un hombre escogido con cuidado, que hace por una sola vez las funciones del esposo, de modo que la mujer quede embarazada por el método tradicional.
La señora vacila un poco, pero el marido expone que por su parte no hay inconveniente, con tal de que su esposa vea realizada su ilusión de ser madre.
Y en efecto, pocos días después y por mediación del doctor, se contrata a un joven al que se cita para que, ausente el marido de la casa, vaya a visitar a la señora y cumpla con su tarea.
Sucedió sin embargo, que un fotógrafo de niños que había sido llamado a una casa cercana para retratar a un bebe, se equivocó de domicilio y llegó al de la señora.
El fotógrafo: Buenos días, vengo por lo del niño.
La señora (un poco nerviosa): Sí, pase usted. ¿Quiere tomar algo antes?
El fotógrafo: No, gracias, el alcohol no es bueno en mi trabajo, lo que quisiera es comenzar cuanto antes.
La señora: Muy bien, si le parece vamos a la recámara.
El fotógrafo: Puede ser ahí, pero también me gustaría en el baño, un par aquí, en la sala y después en el jardín.
La señora (alarmada): Pero, ¿cuántos van a ser?
El fotógrafo: Ordinariamente son cinco en cada sesión, pero si la mamá coopera pueden ser más. (Y sacando del portafolio un álbum) Me gustaría que antes viera algo de lo que he hecho. Tengo una técnica especial y única que ha gustado mucho a todas las señoras. Mire el retrato de este niño tan bonito, lo hice en un parque público a plena luz del día. ¡Cuánta gente se juntó para verme trabajar!. Tuvieron que ayudarme dos amigos, porque la señora era muy exigente y no quedaba satisfecha con nada de lo que yo hacía. Ahora vea estos mellizos, en esta ocasión sí que me lucí: lo hice en menos de cinco minutos. Llegué y ¡paf, paf!, un par de disparos y mire los gemelos que me salieron. Con este niño batallé un poco más porque la mamá era muy nerviosa y me hacía perder la concentración con sus constantes interrupciones; hasta que le dije que se diera la vuelta y que me dejara a mí hacerlo todo.
La señora, estupefacta, estaba cada vez más asustada y al borde del soponcio.
El fotógrafo: Pues bien señora, ¿a qué hora quiere que empecemos?
La señora (temblorosa): A la hora que usted diga.
El fotógrafo: Muy bien, empecemos ahora mismo. Tan sólo permítame ir a la camioneta a traer mi trípode.
La señora (espantada): ¿Trípode?
El fotógrafo: Sí, es que mi equipo es muy grande y necesito un trípode para apoyarlo, porque ni con las dos manos lo puedo sostener con garantías de que se mantenga firme mientras trabajo... ¿Señora?... ¿Señora?... ¿Qué le ha pasado? ¡Se desmayó de pronto!

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