
Aproximadamente
una semana después, Lourdes le comentó a Juan que desde el día en que su madre
vino a cenar, no encontraba el cucharón grande de plata para servir la sopa. Juan le dijo que,
dada la posición económica de su madre, dudaba que se lo hubiese llevado, pero
que de todas formas le escribiría una carta.
Así,
que se sentó y escribió: “Querida mamá: No estoy diciendo que tú cogieras el
cucharón de plata de servir salsas pero tampoco estoy diciendo que no lo cogieras,
pero el hecho es que éste ha desaparecido desde que tú viniste a cenar a casa”.
Unos
días más tarde, Juan recibe una carta de su madre que decía: “Querido hijo:
No digo que te acuestas con Lourdes o que no te acuestas con Lourdes, pero el
hecho es que si Lourdes se acostara en su propia cama, ya habría encontrado el
cucharón de plata para servir salsas.
Con
todo cariño. Mamá”.
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