lunes, 23 de febrero de 2015

Así nace una frase hecha.

Un hombre fue llevado de urgencias a un hospital administrado por monjas, en el que le operaron del corazón. 
Después de la operación, despertó y una monjita que estaba a su lado: Señor Pérez, la operación fue un éxito, sin embargo, necesitamos saber cómo piensa pagar la cuenta del hospital, ¿tiene Vd. algún seguro médico? 
No.
¿Puede pagar en efectivo?
Me temo que no, hermana.
Entonces, ¿tiene Vd. parientes cercanos?
Sólo mi hermana, pero es una monja solterona sin un céntimo.
Disculpe que le corrija, las monjas no somos solteronas; estamos casadas con Dios.
¡Magnífico! Por favor, envíele la cuenta a mi cuñado.
Y así nació el: ¡Que Dios te lo pague!

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