“El hombre
comete los mismos errores una y otra vez”
(Marco Tulio Cicerón)
(Marco Tulio Cicerón)
"El presupuesto debe equilibrarse, el Tesoro debe ser
reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los altos
cargos públicos debe ser moderada y controlada, y la ayuda a otros países debe
eliminarse para que Roma no vaya a la bancarrota. La gente debe aprender
nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado" (Año 55 a.C.)

Éste
fue su relato:
Un
señor se dirigió a una aldea donde nunca había estado antes y ofreció a sus
habitantes 100 euros por cada burro que le vendieran.
Buena
parte de la población le vendió sus animales.
Al día siguiente volvió y ofreció mejor precio, 150 por cada burrito, y otro tanto de la población vendió los suyos.
Y a continuación ofreció 300 euros y el resto de la gente vendió los últimos burros.
Al día siguiente volvió y ofreció mejor precio, 150 por cada burrito, y otro tanto de la población vendió los suyos.
Y a continuación ofreció 300 euros y el resto de la gente vendió los últimos burros.
Al
ver que no había más animales, ofreció 500 euros por cada burrito, dando a
entender que los compraría a la semana siguiente, y se marchó.
Al
día siguiente mandó a su ayudante con los burros que compró a la misma aldea
para que ofreciera los burros a 400 euros cada uno.
Ante
la posible ganancia a la semana siguiente, todos los aldeanos compraron sus
burros a 400 euros, y quien no tenía el dinero lo pidió prestado. De hecho,
compraron todos los burros de la comarca. Como era de esperar, este ayudante
desapareció, igual que el señor, y nunca más aparecieron.
Resultado:
La aldea quedó llena de burros y endeudados.
Hasta aquí lo que contó el asesor.
Hasta aquí lo que contó el asesor.
Veamos
lo que pasó después:
Los
que habían pedido prestado, al no vender los burros, no pudieron pagar el préstamo.
Quienes
habían prestado dinero se quejaron al ayuntamiento diciendo que si no cobraban,
se arruinarían ellos; entonces no podrían seguir prestando y se arruinaría todo
el pueblo.
Para que los prestamistas no se arruinaran, el Alcalde, en vez de dar dinero a la gente del pueblo para pagar las deudas, se lo dio a los propios prestamistas. Pero estos, ya cobrada gran parte del dinero, sin embargo, no perdonaron las deudas a los del pueblo, que siguió igual de endeudado.
El Alcalde dilapidó el presupuesto del Ayuntamiento, el cual quedó también endeudado. Entonces pide dinero a otros ayuntamientos; pero estos le dicen que no pueden ayudarle porque, como está en la ruina, no podrán cobrar después lo que le presten.
Para que los prestamistas no se arruinaran, el Alcalde, en vez de dar dinero a la gente del pueblo para pagar las deudas, se lo dio a los propios prestamistas. Pero estos, ya cobrada gran parte del dinero, sin embargo, no perdonaron las deudas a los del pueblo, que siguió igual de endeudado.
El Alcalde dilapidó el presupuesto del Ayuntamiento, el cual quedó también endeudado. Entonces pide dinero a otros ayuntamientos; pero estos le dicen que no pueden ayudarle porque, como está en la ruina, no podrán cobrar después lo que le presten.
El
resultado: Los listos del principio, forrados.
Los
prestamistas, con sus ganancias resueltas y un montón de gente a la que seguirán
cobrando lo que les prestaron más los intereses, incluso adueñándose de los ya
devaluados burros con los que nunca llegarán a cubrir toda la deuda. Mucha
gente arruinada y sin burro para toda la vida. El Ayuntamiento igualmente arruinado.
Resultado
final: Para solucionar todo esto y salvar a todo el pueblo, el ayuntamiento
bajó el sueldo a sus funcionarios.
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