lunes, 2 de septiembre de 2013

NORBERT WIENER Y LA MUDANZA

Estaba previsto que al cabo de un mes el profesor Wiener y su familia cambiasen de casa. Su mujer, que conocía perfectamente la cabeza de su pareja, comenzó a recordarle todos los días, antes de que su marido saliese para clase, los avatares de la mudanza: "Norbert, acuérdate que dentro de treinta días nos cambiamos de casa y que, cuando salgas de la universidad, no tendrás que coger el mismo autobús sino el que te llevará a la zona de nuestra nueva morada". "Si querida", respondía Wiener.
Así día a día, la paciente esposa, advirtió a su marido del cambio. "Hoy es el día". - le indicó - "Recuerda que debes subir, al salir de clase, al autobús que te llevará a nuestra nueva casa". "No te preocupes. Adiós, querida".
Claro está, al salir de la universidad, Norbert cogió el autobús de siempre. Llegó a su antigua casa y al bajar se dio cuenta que ya no vivía en aquel lugar.
Como no sabía ir, desde allí, a su nueva casa, cogió de nuevo el autobús que le llevaba todos los días a la universidad. Se bajó y esperó a que llegase el otro. Se subió y llegó a la zona residencial que albergaba su nueva vivienda. Al bajar se encontró con una gran número de chalet y no fue capaz de identificar el suyo.
Empezó a dar vueltas. Se estaba haciendo de noche y todavía no había encontrado su hogar. Perdido, se acercó a una niña que iba por la calle y le dijo: Perdona, ¿no sabrás dónde viven los Wiener?
La niña: "Si papá, venga, te llevo a casa".

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