La
abuela y el abuelo fueron de visita a casa de su hijo, nuera y nietos y se quedaron
a pasar la noche.
Cuando el abuelo se encontró con un frasco
de viagra en el botiquín de su hijo, le preguntó a éste si podía usar una de
las pildoritas.
El hijo: Yo creo que no deberías
hacerlo, papá; son muy fuertes y muy caras.
Abuelo: ¿Cuánto cuestan?
El hijo: 20 € cada pastilla.
Abuelo: No importa. Quiero
probar. Al irme por la mañana, te dejaré el dinero debajo de la almohada.
Al
día siguiente, el hijo encontró 220 € bajo la almohada. Llamó al abuelo y:
El hijo:
Te dije que cada píldora costaba 20 €,
no 220 €.
Abuelo: Te entendí. Los 200 € de
más los puso la abuela.
Últimamente
ha circulado por la red un bonito correo electrónico cuyo texto reproduzco a
continuación y le invito a que lo lea no muy deprisa.
Estoy seguro de que le ha gustado.
Hay
textos, en verso o en prosa, que tienen diferente significado -a menudo el
contrario- si se leen de la forma habitual y después se leen, renglón a
renglón, desde el final hasta el principio.
Un
ejemplo:
El siguiente texto representa el discurso de un partido político, cuyo mensaje
es muy diferente si se lee al revés.
Su verdadero
mensaje se ve leyendo de abajo hacia arriba.