Un
famoso banquero, yendo en su limusina, vio a dos hombres a la orilla de la
carretera comiendo césped.
Preocupado,
ordenó a su chofer detenerse y bajó a investigar.
Banquero: ¿Por qué están Vds. Comiéndose el césped?
Hombre 1:
No
tenemos dinero para comida, por eso tenemos que comer césped.
Banquero: Bueno, entonces vengan a
mi casa que yo los alimentaré.
Hombre 1: Gracias, pero tengo esposa
y dos hijos conmigo. Están allí, junto al árbol.
Banquero: Que vengan también.
(Volviéndose al otro pobre
hombre)
Banquero: Vd. también puede venir.
Hombre 2: Pero, señor, yo también
tengo esposa y seis hijos conmigo.
Banquero: Pues que vengan también.
Entraron
todos en el enorme y lujoso coche y de camino:
Hombre 1: Es usted muy bueno. Muchas
gracias por llevarnos a todos.
Banquero: Hombre, no le dé vergüenza,
soy muy feliz de hacerlo. Les va a encantar mi casa, el césped está como de
veinte centímetros de alto.
Moraleja: Cuando crea que un banquero le está ayudando, piénselo dos veces.
Moraleja: Cuando crea que un banquero le está ayudando, piénselo dos veces.
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