Cierto día, su hijo de 7 años fue al
laboratorio decidido a ayudarle en el trabajo. El científico, nervioso por la
interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado.
Viendo
que era imposible sacarlo de allí, pensó en algo para distraer su atención.
Arrancó una hoja de una revista que tenía un mapa del mundo, con unas tijeras
recortó el mapa en multitud de pedazos y con un rollo de cinta de pegar se los
entregó al niño diciendo: “Como te gustan los
rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que lo recompongas sin ayuda
de nadie”.
El
científico calculó que le llevaría varias horas componer el mapa, pero no fue
así, pasados 15 minutos ya lo había terminado.
El padre no se lo creía. Era imposible que a
su edad consiguiera recomponer un mapa que nunca había visto antes.
Efectivamente,
todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo un niño de
esa edad ha sido capaz de hacerlo?
El
padre le preguntó con asombro: ”Hijo, si no sabías
cómo era el mundo, ¿cómo lo has sido capaz de hacer el rompecabezas?
El
niño respondió: “Papá, yo no sabía cómo era el mundo,
pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que por la vuelta
había un hombre. Di la vuelta a los recortes y comencé a recomponer al hombre,
que sí sabía cómo era. Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta a la hoja
y vi que había arreglado al mundo”.
Moraleja: A veces nuestros problemas son difíciles de resolver, pero si los mirásemos al revés, con otra visión, podremos encontrarles la solución.
Moraleja: A veces nuestros problemas son difíciles de resolver, pero si los mirásemos al revés, con otra visión, podremos encontrarles la solución.
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