Juan,
que desea profesar como fraile cartujo, se presenta al Abad del monasterio. Él
abad le dice: La
regla principal aquí es el silencio, de forma que sólo cada diez años se te
permitirá decir dos palabras.
Juan
acepta e ingresa como fraile.
Pasan
diez años, y el abad: Tienes derecho a decir tus dos palabras.
Juan:
Comida MALA.
Pasan
otros diez años, y al cumplirse los veinte años del ingreso, el abad: Hoy se cumplen otros
diez años de fraile, así que tienes derecho a decir tus dos palabras.
Juan:
Cama Dura.
Transcurridos
otros diez años, el abad: Hoy puedes decir tus dos palabras de la década.
Juan:
Me largo.
El
abad: ¡Ah,
cabrito! Esto ya lo veía yo venir. Desde que llegaste, no has hecho más que
protestar.
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